martes, 28 de noviembre de 2006

EXPOSICIÓN 10

MICHEL FOUCAULT
(1926-1984)


Filósofo francés que intentó mostrar que las ideas básicas que la gente considera verdades permanentes sobre la naturaleza humana y la sociedad cambian a lo largo de la historia. Sus estudios pusieron en tela de juicio la influencia del filósofo político alemán Karl Marx y del psicoanalista austriaco Sigmund Freud. Foucault aportó nuevos conceptos que desafiaron las convicciones de la gente sobre la cárcel, la policía, la seguridad, el cuidado de los enfermos mentales, los derechos de los homosexuales y el bienestar.
Nacido en Poitiers, Foucault estudió filosofía occidental y psicología en la École Normale Supérieure de París. Durante la década de 1960, encabezó los departamentos de filosofía de las Universidades de Clermont-Ferrand y Vincennes (conocida de forma oficial como Centro Universitario Experimental de Vincennes). En 1970 fue elegido para el puesto académico más prestigioso en Francia, en el Collège de France, con el título de profesor de Historia de los Sistemas de Pensamiento. Durante las décadas de 1970 y 1980, su reputación internacional creció gracias a las numerosas conferencias y cursos que impartió por todo el mundo.
Las principales influencias en el pensamiento de Foucault fueron los filósofos alemanes Friedrich Nietzsche y Martin Heidegger. El pensamiento de Foucault exploró los modelos cambiantes de poder dentro de la sociedad y cómo el poder se relaciona con la persona. Investigó las reglas cambiantes que gobiernan las afirmaciones que pueden ser tomadas de forma seria como verdaderas o falsas en distintos momentos de la historia. Estudió también cómo las prácticas diarias permiten a la gente definir sus identidades y sistematizar el conocimiento; los hechos pueden ser entendidos como productos de la naturaleza, del esfuerzo humano o de Dios. Foucault afirmaba que la concepción de las cosas tiene sus ventajas y sus peligros.
Los últimos tres libros de Foucault —Historia de la sexualidad, Volumen I: Introducción (1976), El uso del placer (1984) y La preocupación de sí mismo (1984)— son parte de una truncada historia de la sexualidad. En estos libros, Foucault rastrea las etapas por las que la gente ha llegado a comprenderse a sí misma en las sociedades occidentales como seres sexuales, y relaciona el concepto sexual que cada uno tiene de sí mismo con la vida moral y ética del individuo.

  • VIGILAR Y CASTIGAR
    Nacimiento de la prisión

Foucault intenta mostrar que la sociedad occidental ha desarrollado un nuevo tipo de poder, al que llamó bio-poder, es decir, un nuevo sistema de control que los conceptos tradicionales de autoridad son incapaces de entender y criticar. En vez de ser represivo, este nuevo poder realza la vida. Foucault anima a la gente a resistir ante el Estado del bienestar desarrollando una ética individual en la que cada uno lleve su vida de tal forma que los demás puedan respetarla y admirarla.La conceptualización de poder que hace Foucault fue objeto de significativas modificaciones en el desarrollo de su obra, sobre manera en la década de los años setenta. Desde sus primeras obras, y específicamente en la Historia de la Locura (1961), está presente una concepción de poder que no difiere de las teorías tradicionales: el poder es represivo, negativo, limita la libertad, es el privilegio de los que lo poseen contra los desposeídos, en una palabra el poder es represión.

El poder como fuerza localizada y excluyente, hecho manifiesto en las prácticas, ha excluido y reprimido a la locura al encerrarla en el juego de una partición entre la razón y la sinrazón, entre el orden del cuerdo y el desorden del loco. En la década 70, el poder negativo ya no resulta funcional para dar cuenta de las prácticas, por lo tanto al pensador francés le es necesario reconceptualizar el poder. El poder se asume como relaciones de poder ,más bien, la conceptualización designa que son relaciones que se tejen entre parejas individuales o colectivas en las que ciertas acciones se relacionan con otras para modificarlas. El poder sólo existe como acción que actúa sobre otra u otras acciones que se han dado o que están en el límite de un poder ser. Su ejercicio es guiar la posibilidad de la conducta; el problema del poder es un problema de gobierno, de política: su fin está en obtener, mediante una acción calculada, una determinada acción esperada de un sujeto individual o colectivo en un campo de acción con diversas posibilidades y formas de conducirse.
El poder, como relaciones de fuerza que apuntan al gobierno de otros mediante acciones que recaen sobre acciones con determinados fines, supone siempre un espacio de libertad dado por la existencia de diversas posibilidades al alcance de los sujetos para desencadenar diversas acciones. No existe confrontación entre poder y libertad como antitéticos, sino que cada uno es la condición de existencia del otro, ningún sujeto persigue ser dominado por otro por el solo hecho de ser dominado.
Foucault al considerar que las relaciones de poder están atravesadas por racionalidades y que suponen cierto espacio de libertad, infiere que los puntos de resistencia no se encuentran en una exterioridad respecto al poder, sino que constituyen partes del mismo juego. El poder es la condición de posibilidad de los puntos de resistencia que al surgir impelen al poder a desarrollar otras estrategias para confrontarlas en una apuesta interminable.

El poder no es concebido como una cosa que se posea, no es una propiedad a la que sólo algunos pocos tienen acceso, no es un algo cuyos efectos se atribuyen a la apropiación, a una posesión adquirida por privilegio y ejercido por una clase dominante, no es exclusivo de los aparatos del estado. El poder es omnipresente porque se produce siempre en cada instante y en todo punto relacionado con otro, el poder no engloba todo pero viene de todas partes. El asumir el poder desde una nueva concepción lleva a Foucault a una confrontación y crítica de las representaciones tradicionales, marxistas y paramarxistas del poder en términos de propiedad, localización, subordinación, esencia o atributo, modalidad, legalidad y saber-poder. En Vigilar y Castigar, Foucault no se propuso hacer la historia de la prisión en el sentido de reconstruir cronológicamente su acontecer.

Este intento de hacer la “genealogía de la moral moderna” toma como objeto de investigación el nacimiento de la prisión, sin que éste sea su objetivo, su propósito es hacer una genealogía mediante una investigación. En el contexto de sus propósitos, sus objetivos son analizar el cuerpo como blanco del poder y del saber y levantar un mapa del “arco político del cuerpo” haciendo una microfísica del poder a partir de su reconceptualización y confrontando concepciones tradicionales de poder. Respecto al segundo objetivo, se propuso analizar cómo a partir del siglo XVII-XVIII, hubo un desbloqueo de la producción del poder. Intenta mostrar cómo aparece una nueva economía del poder que hace circular sus efectos de otra forma, mediante otros procedimientos en el “cuerpo social”entero.

La sociedad occidental, desde la Edad Media, lleva entre sus emblemas el sexo que se expresa no solo en las prácticas cotidianas y solemnes, sino que también es prolijo en los discursos. Un sexo que produce placer, saber, placer de saber, saber del placer y que ha penetrado cada poro de la epidermis social e individual para sujetarnos a su tiranía, cuasihéroe y/o cuasibestia de la que parece no pudiéramos jamás escapar. Las prácticas discursivas sobre el sexo fueron inscritas en los órdenes de la racionalidad y moralidad, pero convertido en lo que debe ser objeto de expresión. Para Foucault el poder no es una categoría trascendental –como objetó Habermas-, ni pretendió hacer una teoría del poder, en el sentido convencional del término, que resultara válida e indistinta para diversos contextos geográficos e históricos. El pensador francés rechaza la teoría asumida como un conjunto proposicional construido allende las prácticas para dar cuenta de éstas.

Foucault al partir de una analítica del poder toma distancia de la pretensión que lo movió en la Historia de la Locura cuando intentó hacer la “arqueología de un silencio”, “dejando que la locura hablara por sí misma”. No se trata de que el poder hable por sí mismo, sino de hacer una conceptualización considerada como formación de conceptos a partir del examen de circunstancias dadas y determinadas sin pretender constituirlos con una validez universal.

La “analítica del poder” involucra tecnología, dispositivos, manifestaciones discursivas y herramientas para la lectura considerando la definición del dominio específico que forman las relaciones de poder y la determinación de instrumentos que permiten dar cuenta de él porque poder es un nombre que se presta a situaciones estratégicas y complejas en una sociedad determinada. Foucault problematiza los vínculos estado-población a partir de sus análisis de la población como objeto de las relaciones de poder ejercidas por el estado moderno. Estas relaciones de poder se perfilan en “dos polos de desarrollo”: el primero, cuerpo como máquina, cuerpo disciplinado con la menor capacidad de resistencia y con la mayor capacidad productiva posible -anatomopolítica del cuerpo-; el segundo, cuerpo-espacio, cuerpo controlado en sus movimientos, control de mortalidad, control de la salud, intervención en la duración de la vida -biopolítica de la población-. El análisis de este haz de relaciones de poder, pone sobre la superficie de las problematizaciones foucaultianas una nueva cuestión: el gobierno de la población, de lo cual se ocupa el pensador entre 1976 y 1979.

Foucault encuentra en las preocupaciones por la subjetividad la posibilidad de dar cuenta del “callejón sin salida”: crear otras formas de subjetividad que permitan nuestra liberación a partir del alejamiento de ese tipo de sujeto en el que nos hemos convertido. Y sujeto en la doble acepción: “sujeto a alguien (estado, instituciones, etc.) por el control y la dependencia, y el de ligado a su propia identidad por una consciencia o autoconocimiento” .Reconocer la posibilidad de liberarnos de un tipo de relaciones de poder sobre la base de constituir otras diferentes y de elaborar otro tipo de subjetivacion, es inseparable de una concepción de la historia y de la condición humana; es necesario romper con la vieja tradición que ve la historia como continuidad y sus acontecimientos como necesarios sobre la pretendida “seguridad” de una evolución y progreso humanos. Por lo cual no es un accidente o una coincidencia el que Foucault simultáneamente al desarrollo de sus trabajos sobre gobierno y estado, se ocupe de indagar la cuestión del presente como ontología al hacer una genealogía de la modernidad.
Conclusión
En este mundo centralizado, efecto e instrumento de relaciones de poder complejas, cuerpos y fuerzas sometidos por dispositivos de “encarcelamiento” múltiples, son los tintes que deja este libro sobre el poder de normalización y la formación del saber en la sociedad moderna que está en el estruendo de la batalla.

El poder no es concebido como una cosa que se posea, no es una propiedad a la que sólo algunos pocos tienen acceso, no es un algo cuyos efectos se atribuyen a la apropiación, a una posesión adquirida por privilegio y ejercido por una clase dominante, no es exclusivo de los aparatos del estado. El poder es omnipresente porque se produce siempre en cada instante y en todo punto relacionado con otro, el poder no engloba todo pero viene de todas partes. El asumir el poder desde una nueva concepción lleva a Foucault a una confrontación y crítica de las representaciones tradicionales, marxistas y paramarxistas del poder en términos de propiedad, localización, subordinación, esencia o atributo, modalidad, legalidad y saber-poder. En Vigilar y Castigar, Foucault no se propuso hacer la historia de la prisión en el sentido de reconstruir cronológicamente su acontecer.

Este intento de hacer la “genealogía de la moral moderna” toma como objeto de investigación el nacimiento de la prisión, sin que éste sea su objetivo, su propósito es hacer una genealogía mediante una investigación. En el contexto de sus propósitos, sus objetivos son analizar el cuerpo como blanco del poder y del saber y levantar un mapa del “arco político del cuerpo” haciendo una microfísica del poder a partir de su reconceptualización y confrontando concepciones tradicionales de poder. Respecto al segundo objetivo, se propuso analizar cómo a partir del siglo XVII-XVIII, hubo un desbloqueo de la producción del poder. Intenta mostrar cómo aparece una nueva economía del poder que hace circular sus efectos de otra forma, mediante otros procedimientos en el “cuerpo social”entero.

La sociedad occidental, desde la Edad Media, lleva entre sus emblemas el sexo que se expresa no solo en las prácticas cotidianas y solemnes, sino que también es prolijo en los discursos. Un sexo que produce placer, saber, placer de saber, saber del placer y que ha penetrado cada poro de la epidermis social e individual para sujetarnos a su tiranía, cuasihéroe y/o cuasibestia de la que parece no pudiéramos jamás escapar. Las prácticas discursivas sobre el sexo fueron inscritas en los órdenes de la racionalidad y moralidad, pero convertido en lo que debe ser objeto de expresión. Para Foucault el poder no es una categoría trascendental –como objetó Habermas-, ni pretendió hacer una teoría del poder, en el sentido convencional del término, que resultara válida e indistinta para diversos contextos geográficos e históricos. El pensador francés rechaza la teoría asumida como un conjunto proposicional construido allende las prácticas para dar cuenta de éstas.

Foucault al partir de una analítica del poder toma distancia de la pretensión que lo movió en la Historia de la Locura cuando intentó hacer la “arqueología de un silencio”, “dejando que la locura hablara por sí misma”. No se trata de que el poder hable por sí mismo, sino de hacer una conceptualización considerada como formación de conceptos a partir del examen de circunstancias dadas y determinadas sin pretender constituirlos con una validez universal.

La “analítica del poder” involucra tecnología, dispositivos, manifestaciones discursivas y herramientas para la lectura considerando la definición del dominio específico que forman las relaciones de poder y la determinación de instrumentos que permiten dar cuenta de él porque poder es un nombre que se presta a situaciones estratégicas y complejas en una sociedad determinada. Foucault problematiza los vínculos estado-población a partir de sus análisis de la población como objeto de las relaciones de poder ejercidas por el estado moderno. Estas relaciones de poder se perfilan en “dos polos de desarrollo”: el primero, cuerpo como máquina, cuerpo disciplinado con la menor capacidad de resistencia y con la mayor capacidad productiva posible -anatomopolítica del cuerpo-; el segundo, cuerpo-espacio, cuerpo controlado en sus movimientos, control de mortalidad, control de la salud, intervención en la duración de la vida -biopolítica de la población-. El análisis de este haz de relaciones de poder, pone sobre la superficie de las problematizaciones foucaultianas una nueva cuestión: el gobierno de la población, de lo cual se ocupa el pensador entre 1976 y 1979.

Foucault encuentra en las preocupaciones por la subjetividad la posibilidad de dar cuenta del “callejón sin salida”: crear otras formas de subjetividad que permitan nuestra liberación a partir del alejamiento de ese tipo de sujeto en el que nos hemos convertido. Y sujeto en la doble acepción: “sujeto a alguien (estado, instituciones, etc.) por el control y la dependencia, y el de ligado a su propia identidad por una consciencia o autoconocimiento” .Reconocer la posibilidad de liberarnos de un tipo de relaciones de poder sobre la base de constituir otras diferentes y de elaborar otro tipo de subjetivacion, es inseparable de una concepción de la historia y de la condición humana; es necesario romper con la vieja tradición que ve la historia como continuidad y sus acontecimientos como necesarios sobre la pretendida “seguridad” de una evolución y progreso humanos. Por lo cual no es un accidente o una coincidencia el que Foucault simultáneamente al desarrollo de sus trabajos sobre gobierno y estado, se ocupe de indagar la cuestión del presente como ontología al hacer una genealogía de la modernidad.
Conclusión
En este mundo centralizado, efecto e instrumento de relaciones de poder complejas, cuerpos y fuerzas sometidos por dispositivos de “encarcelamiento” múltiples, son los tintes que deja este libro sobre el poder de normalización y la formación del saber en la sociedad moderna que está en el estruendo de la batalla.

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